Al convertirnos en mamás llega automáticamente la expectativa de ser «la mamá perfecta», la que sale en las revistas, películas, comerciales de TV, y que carga tan fuerte, ¿o no?
En realidad ser mamá es ser nosotras mismas, con nuestros defectos y virtudes, tal cual.
Con la maternidad he aprendido que lo más importante es estar para nuestros hijos, enseñarles que somos seres humanos que sentimos, nos enojamos, podemos estar tristes, frustradas, explotar, y también estar felices y emocionadas. Se vale sentir, se vale tener días en los que sentimos que no lo estamos haciendo tan bien y perdemos la paciencia, pero también muchos otros en los que nos sentimos de maravilla y las cosas fluyen y sentimos que lo estamos haciendo muy bien.
Cuando dejamos la expectativa social a un lado y nos enfocamos a ser la mejor versión que podemos ser de nosotras cada día y les enseñamos que las mamás también sentimos tal cual ellos sienten, les estamos dando lecciones muy grandes a nuestros hijos, les enseñamos a contactar con sus emociones, a ver que no es malo sentir, a vernos como lo que somos, personas que nos equivocamos pero también acertamos.
Cómo mamás hay que bajar las expectativas que tenemos de nosotras mismas y entendamos que no hay mamás perfectas, solo somos mamás…. Y día a día hacemos lo mejor para nosotras y para nuestros hijos.
Si nosotras estamos bien y quitamos estas falsas expectativas que tenemos de ser la mamá perfecta, la vida fluye mucho mejor, y la culpa en mi caso, ha bajado mucho, simplemente hoy se que soy yo, la mamá de tres niños que a veces colman mi paciencia y que me desespero y he llegado a explotar, pero también se que soy inmensamente feliz de tenerlos y de ser su mamá y la madre que soy! Y no, no soy perfecta, pero soy la mejor mamá que puedo ser para mis hijos, y día a día trato de dar lo mejor que tengo, y hoy con eso tengo.
¿Y a ti te ha pasado algo similar?
MPH. Tatiana Gómez Chico Leyva
Psicoterapeuta Humanista y Especialista en Estimulación e Intervención Temprana.
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